miércoles, 29 de abril de 2015

Ellos las prefieren rubias

¿Cuanto hay de cierto y cuánto de mito en esta afirmación? ¿Cómo influyó la figura de Marilyn Monroe en esta creencia? ¿Por qué los hombres encuentran a las rubias más atractivas? Indagando sobre el tema, he hecho una serie de descubrimientos interesantes sobre el origen e implicaciones del pelo rubio. Lo cierto es que, a lo largo de la historia, las mujeres se han teñido el cabello para llamar la atención de los hombres; desde la Antigua Roma hasta la actualidad.

En primer lugar, cabe destacar que el cabello rubio surgió como consecuencia de una mutación en los genes involucrados en la producción de melanina. Por otra parte, el pelo rubio está asociado a mayores niveles de estrógenos (y menores de testosterona), los cuales dan lugar a rasgos "infantiles"; como nariz y mandíbula pequeñas, barbilla puntiaguda, hombros estrechos, piel suave y menor cantidad de vello corporal, que resultan atractivos para los hombres.

De la misma forma, Marilyn Monroe, icono del siglo XX, contribuyó al mito popular de que las rubias son más atractivas y libertinas que las morenas. Esta figura reforzó la idea de que "las rubias son tontas"; o mejor dicho, superficiales (amantes de los diamantes). El impacto inconsciente de dicho estereotipo en el pensamiento fue constatado por científicos franceses, que comprobaron cómo personas de ambos sexos, reducen su capacidad intelectual tras ver fotografías de mujeres rubias.

Yo creo humildemente que, como en casi todos los aspectos de la vida, es una cuestión de gustos. Quizás las mujeres rubias llamen más la atención en estas latitudes simple y llanamente por su escaseza; quizás se las tilde de "tontas" cuando realmente rebosan inteligencia. A mí, particularmente, me atraen las personas morenas. Y cuando me preguntan por mi color de pelo, respondo orgullosa, "Rubia Galega".

lunes, 27 de abril de 2015

Perfiles de amigos

Los amigos, los hay de muchas clases. Algunos nos acompañan durante una época determinada; otros, lo hacen toda la vida. Algunos nos ayudan a construir nuestra personalidad; otros, forman parte esencial de ella. De algunos, copiamos frases y comportamientos; con otros, directamente nos mimetizamos. Hay amigos que nos cuestionan continuamente y otros, que nos ayudan a reafirmarnos. A algunos amigos acudimos buscando consejo y a otros, consuelo. ¿Y qué pienso yo de los míos? "Algo tuve que hacer bien para que apareciesen en mi vida". A continuación, os los presento.

Siempre hay un amigo que nos hace reir a carcajadas; su sola presencia, sus expresiones, su torpeza, hacen que nos "partamos el culo"; que tras una velada en su compañía, volvamos a casa con agujetas en el estómago. Siempre hay un amigo con el que compartimos nuestra pasión por las series de televisión, con el que comentamos los capítulos semanales; un amigo con el que "frikeamos". Siempre hay un amigo "errante", que anda por el mundo con mil historias que contarnos; un amigo del que pasamos meses sin saber nada; y nada cambia cuando volvemos a encontrarnos. Siempre hay un amigo con el que compartimos "esencia", puntos de vista, proyectos vitales. Siempre hay un amigo con el que tenemos conversaciones trascendentales, "jugamos a cosas"; compartimos risas en el trabajo.

Siempre hay un amigo que nos comprende como nadie; que nunca nos juzga, que hace quilómetros para ir a vernos, que nos hace sentir especiales. Siempre hay un amigo con el que intercambiamos libros porque nuestros intereses son muy similares. Siempre hay un amigo que nos coge el teléfono a altas horas, que nos reconforta en los malos momentos, que nos aconseja como lo haría una madre. Siempre hay un amigo que nos apoya en nuestras locuras, que nos transmite paz y nos complementa mejor que nadie. Siempre hay un amigo que se preocupa por nuestra salud más que nosotros mismos. Siempre hay un amigo que nos "dice las verdades", nuestros puntos débiles, que nos imprime carácter; un amigo al que le gusta hacerse el fuerte, pero que a la larga, nos demuestra que nos quiere.

Siempre hay un amigo que no se pierde una juerga, con el que tenemos "coñitas", que nos vacila y al que vacilamos. Siempre hay un amigo que nos hace de confidente, con el que pasamos horas y horas charlando; un amigo que nos hace dudar de nuestros sentimientos, confundirnos, pensar que podríamos ser "más que amigos". Siempre hay un amigo que está ahí a cada instante, atento a nuestros deseos, preocupado por contentarnos. Siempre hay un amigo que se convierte en nuestra válvula de escape, cuya vida no se parece en nada a la nuestra, y aun así, somos inseparables. Siempre hay un amigo al que "adoramos", al que le confesamos todo; un amigo por el que tenemos debilidad, un amigo que nos quiere de forma incondicional y nos perdonaría "lo imperdonable".

viernes, 24 de abril de 2015

Lo que no te contaron del yoga

Que la práctica de yoga tiene múltiples beneficios, lo sabemos; desde la tonificación muscular hasta la correción de la postura, pasando por una mayor elasticidad y armonía mental. Nada que no podamos encontrar en la web o en un manual. Pues bien, hoy me propongo compartir con vosotros algunas de las cosas (menos glamurosas) que acontecen cuando lo practicamos. "Como no es lo mismo contarlo que vivirlo...", he aquí el relato de mi propia experiencia, al estilo Samanta Villar.

Una de las ideas preconcebidas que tenemos sobre el yoga es que es una actividad para ancianos y embarazadas, que apenas requiere esfuerzo físico; gente en "posturas ridículas"; saludando al sol, haciendo la grulla y todo lo demás. Pero nada más lejos de la realidad. Descubrimos músculos que no sabíamos que teníamos (músculos que empiezan a vibrar, temblar y saltar) y nos damos cuenta de lo mucho que podemos sudar sin movernos del sitio; un par de ejercicios y se eleva nuestra temperatura corporal; y colorados, empezamos a transpirar.

Tomamos consciencia de nuestro cuerpo, de nuestra asimetría, de que "de un lado damos más"; y es que somos flexibles por delante o por detrás, raramente las dos a la par. No entendemos porqué no somos capaces de girar "a babor o a estribor", de completar un determinado ejercicio cuando los demás sí lo hacen (los maldecimos "cariñosamente", nos congratulamos cuando "nos sale" y a ellos no). Se nos escurren los pies en la esterilla, intentamos anclarnos utilizando las uñas, fracasamos estrepitosamente y nos empezamos a deslizar; hasta el infinito y más allá.

En muchas posturas, a punto estamos de "volcar" y quedarnos "patas p'arriba" como una cucaracha que va a agonizar. Los ejercicios de equilibrio, los de mayor dificultad. Aquellos cuya finalidad es abrir el suelo pélvico hacen que, de vez en cuando, se escape alguna ventosidad. Reprimimos una carcajada, con mayor o menor dificultad. Y cuando llega el momento de relajarse y todo se queda en silencio; nuestras tripas, muy golosas ellas, empiezan a rugir sin cesar.

miércoles, 22 de abril de 2015

Utilitarista o hedonista

Actualmente, vivimos con prisas, absorbidos por la tecnología, nos olvidamos de disfrutar de las pequeñas cosas, obviamos a las personas. Un desayuno en buena compañía, un paseo junto al río o un abrazo de un ser querido; placeres todos ellos, que están a nuestra alcance y que no saboreamos lo suficiente. Quizás los experimentamos; sin embargo, no nos paramos a reflexionar sobre lo afortunados que somos; sobre lo feliz que este tipo de cosas nos hacen; nos olvidamos con demasiada frecuencia de dar las gracias.

Algo que he observado desde hace un tiempo es que nuestra sociedad es "utilitarista"; yo misma, lo soy (falsamente pragmáticos). Todo lo que hacemos obedece a un fin; trabajamos para ganar dinero, comemos para sobrevivir. No "desperdiciamos" nuestro tiempo en actividades que consideramos "superfluas", no nos paramos a cocinar o a saborear la comida, ni nos sentamos en el sofá a disfrutar de la música. Nos quejamos de que estamos estresados, ignorando que la clave para ser feliz está en nuestras manos.

Sin embargo, aún quedan personas en el mundo que se alejan de esta tendencia mayoritaria; hedonistas que disfrutan como nadie de las pequeñas cosas, que nos enseñan a valorar la suerte que tenemos, que nos hacen ver lo absurdo de nuestras preocupaciones y nos abren los ojos a un sinfín de posibilidades. Estas personas necesitan muy poco para ser felices, disfrutan de lo más sencillo, desde una frugal comida a una bella melodía. Y lo más importante, jamás se olvidan de dar las gracias.

La mayoría de nosotros vivimos obsesionados con los fines, con conseguir resultados; y los medios, los dejamos de lado. Priorizamos la ciencia y tecnología frente al arte, solo porque las primeras resuelven problemas y la segunda, expresa sentimientos, habla de las personas. Acumulamos cosas que apenas necesitamos; dejamos de sonreir. Desperdiciamos recursos; maltratamos nuestro cuerpo y olvidamos con demasiada frecuencia que, como dice mi abuelo, "a todo hay quien gane".

lunes, 20 de abril de 2015

La infidelidad no tiene sexo

Un pensamiento muy generalizado es que los hombres son más infieles que las mujeres. Sin embargo, este precepto carece de base científica, pues la dispersión de los genes está inscrita en el ADN de ambos (recordemos que la especie humana es monógama por convención social). El hecho de que las estadísticas muestren normalmente mayores porcentajes de infidelidad entre el sexo masculino, se debe a que a las mujeres, por norma general, les cuesta más admitirlo. Analicemos pues en qué aspectos difiere la infidelidad entre ambos géneros.

Mientras que las mujeres suelen tener menos parejas sexuales, tienden a repetir "aventuras" con sus amantes. Los hombres, por su parte, se relacionan con un mayor número de parejas. Los expertos asocian dicho comportamiento a la búsqueda de comprensión y afecto que lleva a las mujeres a ser infieles; en el caso de los hombres, esta práctica está motivada por la reafirmación de la propia hombría. Los problemas de comunicación en la pareja son habitualmente la causa fundamental de la infidelidad femenina; en el caso de los varones, es la atracción física suscitada por otras mujeres.

Por otro lado, existen estudios que relacionan las tasas de infidelidad con el estatus económico de las personas; sean hombres o mujeres. Cuanto más dinero, mayor autonomía; mayores posibilidades de ser infiel. En este aspecto, estadísticas actuales sitúan los porcentajes de infidelidad en ambos sexos en torno al 50%, lo que supondría que en una de cada dos parejas, alguno de sus miembros es infiel. Estos números secundan la tendencia natural de la especie humana a la poligamia, que rige en la mayoría de especies animales.

Para terminar, me gustaría expresar mi opinión sobre el tema, un tanto controvertida quizás. A mi modo de ver, la fidelidad está sobrevalorada en la sociedad actual, que la identifica como uno de los mayores agravios a la pareja; en muchos casos, imperdonable. Ser infiel a alguien no es entregarle nuestro cuerpo a otro; ya que la atracción sexual no deja de ser un instinto animal. Ser infiel a alguien es entregarle a otro nuestra alma, confesarle nuestros secretos o cogerla de la mano por la calle. Al fin y al cabo, el sexo se puede tener con cualquiera; el amor, solo acontece en el seno de la pareja.

viernes, 17 de abril de 2015

La experiencia es un grado

A mi modo de ver, la experimentación es clave en todos los ámbitos de la vida. Una buena amiga solía decirme siempre la siguiente frase con respecto a las relaciones que fracasan; "uno menos en la lista del hombre ideal, NEXT". En lo profesional, creo yo que ocurre lo mismo; probar distintas cosas para descubrir lo que realmente nos hace feliz no es una pérdida de tiempo; es un proceso necesario para descartar opciones y dilucidar finalmente a qué queremos dedicarnos. Una especie de camino hacia la iluminación, que pasa por saber "lo que no queremos" antes de averiguar "lo que queremos".

Por un lado, la experimentación es muy necesaria en el amor. Relacionarse con distintos tipos de personas nos permite conocernos mejor a nosotros mismos; saber qué somos capaces de tolerar y qué no. Este hecho hará que en un futuro sepamos valorar como corresponde una relación. En mi opinión, toda persona tiene el derecho de pasar por una "etapa loca", probar distintos perfiles de parejas, divertirse sin mayor preocupación; coincidiendo esta fase con la juventud en la mayoría de casos (aunque no exclusivamente). De esta manera, disfrutamos mientras no encontramos el verdadero amor.

Por otro lado, la experimentación es muy necesaria en el trabajo. Combinar distintas actividades nos posibilita conocer nuestras fortalezas y puntos débiles; saber dónde están nuestros límites, descubrir de lo que somos capaces. Este hecho hará que en un futuro nos convirtamos en un buen "trabajador". A mi modo de ver, toda persona tiene el derecho de pasar por una "etapa de transición", probar distintos trabajos, conocerse a nivel profesional, un poco mejor. Finalizados los estudios, es cuando entramos en "período de definición", en el que nos toca "tirar por un lado u otro", pudiendo siempre cambiar de opinión (sin importar la edad); eso, hasta que encontramos nuestra verdadera pasión.

Escoger a la persona con la que deseamos pasar el resto de nuestros días y decidir a qué queremos dedicarnos son quizás las decisiones más complicadas que debemos afrontar en nuestra vida; es por eso que, antes de tomar "la decisión final", hemos de experimentar; y por supuesto, equivocarnos. Es la única manera de "aclarar" el camino. Amar a alguien de verdad es cerrar la puerta a los demás. Trabajar en algo que nos llena es estar más cerca de la felicidad. Yo, los llamo momentos de "clarividencia"; esos instantes en los que lo tenemos todo claro y no tiene sentido nada más.

miércoles, 15 de abril de 2015

P.C.R.

En este post, no voy hablaros de biología molecular, sino del hombre más polifacético, trabajador y divertido que conozco, mi padre. P.C.R. nació en Trasalba (Amoeiro) hace más de 55 años. Huérfano de padre, era el benjamín de seis hermanos. Cuando ellos emigraron a los Países Bajos, él se quedó con su madre, leyéndole las cartas que le enviaban; ella era analfabeta y acabó por quedarse ciega. P.C.R. recuerda siempre lo bien que lo pasaba jugando en el patio con las pistolitas que sus hermanos le regalaban.

De niño, P.C.R. era muy bueno haciendo dictados y las operaciones básicas, le gustaban. A veces, se saltaba las clases para ir con las vacas al monte; los animales le encantaban y con cinco añitos, estaba entre ellos, "en su salsa". Ayudaba al cura en la misa; labores de monaguillo remuneradas con monedas de duro que se gastaba en el futbolín del pueblo, del que se convirtió en un auténtico profesional. P.C.R. recuerda siempre la primera vez que lo llevaron al cine a Ourense, al "Xesteira"; de excursión.

De joven, P.C.R. regateaba como nadie, jugando al fútbol de tercera. Iba con los colegas de verbena en verbena; con su "camisa de ligar", sacando a las chavalas a bailar. Fue en varias ocasiones "comisionista" del lugar, el primero en llevar a Trasalba la "París de Noia". Construyó un baño en casa y poco a poco, con sus manos, la empezó a restaurar.
En sus inicios, trabajó en un taller mecánico, donde su pasión por lo coches empezó a despuntar (en aquel tiempo, tenía un R8). Más tarde, se convirtió en peón de albañil, llegando a ser "oficial"; su legítima profesión. P.C.R. recuerda siempre que, si no fuese por su madre, habría sido bombero.

De adulto, P.C.R. pasó de jugar al fútbol a "entrenar"; de jugar con los solteros, a hacerlo con los casados. Iba a los partidillos los domingos, era célebre en los campos de tercera regional. Fue y sigue siendo en el pueblo, el "animador" oficial; se hace con el micro del de la orquesta y se pone a cantar. Transformó las "cortes" en bodegas; moviendo piedras de aquí para allá; a día de hoy, "na súa casiña, segue a traballar". Con la pañoleta en la cabeza, a tomar café y a jugar la partida, va al bar.
Hace años, estuvo en las carreteras y finalmente, se pasó al mundo de las vallas de publicidad. Cambió el R8 por un Seat 124, luego por un Opel Astra y por último por un Seat León; su coche actual. P.C.R. dice siempre que cuando se jubile, como Sancho Panza, en un caballo va a pasear.

lunes, 13 de abril de 2015

Compañeros de viaje

"El canal del parto y el ataúd son dos lugares diseñados para un solo cuerpo. Y esto, Demián, para mí quiere decir que nacemos y morimos solos. [...] Pero también descubrí, por suerte, que existen los compañeros de viaje: compañeros para un ratito, compañeros para una temporada más o menos larga. Y después, existen también los amigos, los amores, los hermanos: compañeros para toda la vida". Aunque el principio y final de nuestros días acaezan en soledad; lo importante son las personas de las que nos rodeamos mientras hacemos el camino. Concretamente, la ÚNICA persona que nos acompañará siempre; cuando nuestra familia y nuestros amigos, a pesar de permanecer a nuestro lado, construyan su propia vida.

Transcribo hoy este fragmento del libro "Déjame que te cuente" de Jorge Bucay, porque contiene la mejor definición de "pareja" que he encontrado hasta la fecha. Esto lo saben bien los actores que, con frecuencia, se refieren con este término (compañero/a) a sus parejas en sus discursos de agradecimiento. Y es que a mí, nunca me ha gustado la palabra "novio/a" (nótese el influjo religioso en dicha denominación). Sea porque constituye en sí misma una "despersonalización" del otro o porque, de alguna manera, implica posesión. A mi modo de ver, a este nivel el castellano se queda corto.

Es por eso que prefiero otros idiomas, en los que el vocablo escogido ("boy/girl friend, "petit ami/e") se acerca más a la realidad que pretende denominar. Esto es así porque la pareja es (o debiera ser), antes que nada, un amigo/a especial, con quien queremos COMPARTIR nuestra vida; en cuya COMPAÑÍA, decidimos realizar nuestro viaje; esa persona en la que depositamos no solo nuestro amor, sino también nuestra CONFIANZA. El hecho de que los "mantras" de la pareja tengan la misma ráiz etimológica no me parece casual (pudiéndose añadir a los anteriores, la COMUNICACIÓN).

Hablando de relaciones, preservar nuestra identidad como individuos resulta esencial. "Darse cuenta de que nadie puede recorrer el camino por ti, es fundamental. Tanto como saber que el camino es más nutritivo si se recorre en compañía". A la persona que amamos, no nos referimos como "novio/a" (pues existe más allá de nosotros), sino como "compañero de viaje" (que participa de nuestra vida). "No camines DELANTE de mí porque podría no seguirte. No camines DETRÁS de mí porque podría perderte. No camines DEBAJO de mí, porque podría pisarte. No camines ENCIMA de mí, porque podría sentir que me pesas. Camina A MI LADO, porque somos iguales".

miércoles, 8 de abril de 2015

24 horas en Urgencias

Sábado, 11:30 de la noche. Mi madre y yo haciendo cola en el triaje. Miro el cartel con los códigos de colores. "A ver si me ponen el amarillo, que son sólo 60 minutos de espera". Me adjudican dicho color. Estoy de acuerdo; hay gente mucho peor. Vamos a la sala de espera y allí nos sentamos, a ver las horas pasar. Concretamente, cinco; sentados, tumbados, de pie. Un niño revoltoso, que corre de un lado a otro, arranca sonrisas a los que allí estamos; se llama Roberto y va al cole a Carballiño. Una señora, en una silla de ruedas, de nombre Florinda, responde a la enfermera cuando esta le pregunta por su acompañante, "eu saín soa xa pola mañá". En lo referente a sus problemas, contesta "nena, eu teño moitas cousas".

Domingo, 04:30 de la madrugada. Me pasan a un box de urgencias, el número 13. Cambio las sillas de la sala de espera por una camilla de sky; al menos, me puedo estirar. Una enfermera me extrae varios tubos de sangre y me coloca una vía mientras sonríe. Es un ángel, me pone un gotero para el dolor.
Al cabo de un rato, regresa; me tiene que volver a pinchar; a falta de uno, en dos sitios distintos. Le duele la espalda, se sienta para trabajar. Me dice "después de esto, me vas a odiar"; yo, respondo "qué va". Pienso en mi hermana, en lo que las enfermeras, tienen que aguantar. Paso calor, se me seca la boca, me duermo a ratitos y me despierto de un susto.

Domingo, 09.00 de la mañana. Aparece un médico argentino; indignado porque aún no me hayan puesto terapia. Sé, gracias a mi hermana, que las enfermeras sin prescripción médica, no pueden hacer nada. Me levanta el castigo; por fin, puedo beber. Entonces, dejo de ser Eva, soy "pielonefritis". Me ponen antibiótico y una auxiliar muy maja me trae algo para desayunar. Mi espalda está pegada a la camilla; me consiguen una cama. El señor que la trae, me dice "cuidado al apoyarse, que no frena". Reprimo una carcajada; por un momento, me imagino una cama descarrilada. Paso las horas entre sueños, sorbos de agua y goteros.

Domingo, 19.00 de la tarde. Dos celadores muy agradables llegan para trasladarme a la sala de observación, de controladora de acceso estoy. Voy sentada en la cama, sonriendo, con mi ordenador y la coleta de lado. Una de las enfermeras exclama "qué gusto verla así". Rápidamente, acude a mí. Me dice que la avise de cualquier cosa; no hay timbre, al grito de "enfermera". Me ponen el termómetro y la medicación. Después de la cena, de que se hayan ido las visitas, la sala se queda más o menos tranquila; salvo por las "voces" de una señora mayor que, en cierto momento, grita "acudídemeeeee". Me muerdo el labio; cuantas veces mi hermana lo relató. Cuando apagan las luces, todo queda en silencio; el sonido de los respiradores, toses y ronquidos (al estilo "The Walking Dead").

Lunes, hora indeterminada de la madrugada. Me despierta el sonido de la cisterna. Abro los ojos y me encuentro una hilarante visión. Un viejete se levanta para ir al baño; con el camisón medio desabrochado. La enfermera le dice "señor, adónde va". Viene a ponerme la medicación; es muy dulce, "a ver si ahora puedes descansar, me dijeron que ayer te hicieron esperar". Me vuelvo a dormir.
Lunes, 09.00 de la mañana. El médico argentino reaparece con buenas noticias; me da el alta. Una enfermera joven me quita las vías con delicadeza, me llama "cariño", como paciente, me doy cuenta de lo afortunada que soy. Me apena no saber sus nombres; al personal de urgencias, agradecida estoy.

lunes, 6 de abril de 2015

God bless sisters

Algo que siempre sospeché es que hay hombres que entienden mejor a las mujeres que el resto de sus congéneres. Émpáticos y caballeros, saben interpretar el lenguaje femenino y ante todo, respetan el famoso "las damas primero". Estos hombres son guardianes comprensivos de mujeres fuertes que aparentan ser vulnerables. El origen de este comportamiento está en la propia familia; de la convivencia con una o varias hermanas nacen, normalmente, hombres solícitos y protectores.

Los hombres que tienen hermanas se sienten muy cómodos en presencia de otras mujeres; por norma general, están dotados de una gran paciencia. Saben mejor que nadie cuando procede intervenir y cuando callarse; diferencian a la perfección una crisis de una rabieta y son especialistas en utilizar el botón "desconexión" de su cerebro. Algunos de estos hombres sienten inclinación al cotilleo y les gusta opinar sobre moda (aunque finjan que nada saben de ambos temas). Eso, los amigos "hermanos".

Los hombres que tienen hermanas se van a dormir al sillón y ceden a las féminas su cama. Cuidan los detalles; abren la puerta y jamás dejan a una mujer pagar la cuenta. Son transigentes en lo que a la planificación de las actividades de pareja se refiere; saben entretenerse por sí solos, al tiempo que son capaces de "lidiar con temas de mujeres", como las pelis de amor, la menstruación o las compras. De esos momentos en los que pensamos "el amor tiene esas cosas". Eso, los novios "hermanos".

Mi experiencia y mis observaciones me dicen que los hombres con hermanas son para las mujeres, amigos excepcionales e increíbles parejas. Preocupados por el cuidado de "sus pequeñas", les prestan suma atención, se interesan por lo que a estas les acontezca; las admiran y valoran. Estos amigos proporcionan a las mujeres sabios consejos; estos novios "hacen reinas a las princesas". Yo, lo tengo claro, y es que mis hombres favoritos son "hermanos".