jueves, 30 de julio de 2015

Quiero agradecerte

En esta carta, te doy las gracias por todo lo que me das a diario; por existir, por amarme. Quiero agradecerte que me sonrías al despertar y que, recién levantada, me llames guapa. Quiero agradecerte que me prepares el desayuno por las mañanas. Quiero agradecerte que me abraces en el sofá mientras no es hora de marcharse. Quiero agradecerte que me lleves al trabajo, que me digas "estaré pensando en ti", que me mandes besos desde el coche (y girarme mientras me voy para verte un instante).

Quiero agradecerte que me invites a comer, que te preocupes por mi salud, que me propongas retos recompensables. Quiero agradecerte que compartas conmigo tus ideas, tus preocupaciones y tus planes. Quiero agradecerte que, cuando estoy de bajón, estés al otro lado de la red/teléfono para animarme. Quiero agradecerte que, al salir de trabajar, me hagas olvidar todos mis pesares. Quiero agradecerte que me instes a no rendirme nunca, que no me permitas renunciar a mis sueños.

Quiero agradecerte que me lleves de la mano por la calle y que quieras que a los eventos familiares, te acompañe. Quiero agradecerte que organices actividades para ambos, que inventes cosas originales, que cuides tanto los detalles. Quiero agradecerte que valores a mis amigos como lo haces. Quiero agradecerte que despiertes en mí las ganas de aprender, de adquirir nuevas habilidades. Quiero agradecerte que me contagies tu forma de ver la vida, sencilla y con unas pocas prioridades.

Quiero agradecerte que llores conmigo, que me des mimos y besos antes de acostarme. Quiero agradecerte que si me quedo dormida en el sofá, me lleves a cama en brazos. Quiero agradecerte que me abaniques, me soples y me des agua si desfallezco. Quiero agradecerte que bromees conmigo, que te rías a carcajadas, que me llames presumida si miro de refilón al espejo. Quiero agradecerte que me enseñes que, en la vida, la tristeza, al igual que otras emociones "negativas", también es necesaria.

viernes, 24 de julio de 2015

Una cabra antisistema

Este post va dedicado a todos aquellos que alguna vez os habéis sentido incomprendidos en vuestra familia, en vuestro trabajo o en vuestra vida en general. Si bien hay muchas personas que son felices en su "zona de confort", repitiendo a diario los mismo hábitos; hay otras muchas que necesitan cambios constantes, huyen de la rutina cada vez que pueden y no se conforman con la mítica fórmula de "trabajo y amor". Estas personas son cabras "infiltradas" en los rebaños de ovejas.

Las ovejas se levantan todos los días con un único propósito; trabajar y "ganarse el pan". Cumplen sus horarios estrictamente, jamás protestan ni alzan la voz. Son complacientes, no se preocupan por aprender "más allá". Apenas dedican tiempo a crear. Sueñan con una casa propia, pagan hipotecas y se van de vacaciones o fin de semana. Otorgan gran importancia al dinero; son sibaritas, no duermen en cualquier lugar. A la larga, se casan y forman una familia tradicional. No hacen nada que las diferencie del resto; son felices en el sistema, no se plantean que las cosas pueden cambiar.

Las cabras se levantan todos los días con un único propósito; ser felices y hacer felices a los demás. No están sujetas a horarios, protestan y alzan la voz. Son obstinadas, les encanta aprender. Dedican mucho tiempo a crear. No sueñan con una casa, sino con "ser libres", con viajar. El dinero les da igual; no son escrupulosas, duermen en cualquier lugar. A la larga, encuentran su alma gemela y forman una familia especial. Buscan diferenciarse del resto; no son felices en el sistema, se plantean a menudo que las cosas pueden cambiar.

Lo cierto es que no es fácil ser cabra en un mundo de ovejas; distinta a los demás. Las criticarán, las llamarán ilusas, intentarán disuadirlas de sus sueños. Se esforzarán en convencerlas de que es mejor seguir al rebaño (más fácil, eso seguro). Y quizás lo hagan de forma temporal. Sin embargo, aunque puedan participar del sistema y comportarse como ovejas en ciertas ocasiones, las cabras nunca olvidan su identidad y en pos de un sueño, no se cansan de luchar.

lunes, 20 de julio de 2015

Seres superiores

Como sabéis, soy una gran defensora de las cabras y últimamente he investigado un poco más sobre ellas. Estos curiosos animalillos han vivido siempre en los más inhóspitos lugares, relegadas a un segundo plano en lo que a pequeños rumiantes se refiere. Abandonadas en cuadras con grandes cantidades de estiércol e infestadas de pulgas, las cabras, a diferencia de otros animales, sobreviven. Que son inteligentes no es novedad; recientemente he podido averiguar algunos datos interesantes.

Las cabras tienen 60 cromosomas, a diferencia de las ovejas, que tienen 54. Algunos pensaréis que el exceso de material genético, nada tiene que ver con la inteligencia (recordemos que el hombre tiene 46), sin embargo, ahí lo dejo. En cuanto a sus hábitos alimenticios, las cabras "ramonean", se alimentan sobretodo de árboles y arbustos, mientras que las ovejas pastan a ras de suelo, siendo más susceptibles a la infección por ciertos parásitos. En lo que concierne a su comportamiento maternal, las ovejas nunca abandonan a sus crías, fomentando su comportamiento gregario; las cabras, en cambio, las dejan solas durante largos períodos del día, favoreciendo así su autonomía.

Las cabras son extremadamente curiosas, investigan todo lo que hay en su entorno; incluyéndose aquí material veterinario, papeles, ropa y cualquier cosa que esté a su alcance. Transcribo en adelante un párrafo del libro "Goat Medicine" que, particularmente, me hizo mucha gracia. "When drawing blood samples or writing health papers, it is essential to keep the paperwork in a safe place or it will be eaten or destroyed. Goats will chew on pen partitions and other structures made of wood, and a large group of goats can actually devour pen walls over a period of months [...] Goats are very agile and are excellent climbers. They are ocassionally found in barn rafters, in trees, or on the hood of the veterinarian's vehicle".

El manejo de las cabras, a diferencia del de las ovejas, resulta complicado. Se necesitan redes de 1.5 m de altura; las cabras son osadas, no temen los cables de espinos, aunque sí los pastores eléctricos. Para terminar, me gustaría añadir a la información de los libros, mi propia experiencia (yo, que he profanado unos cuantos perineos). La extracción de heces en cabras no es tan fácil como en ovejas; mientras que estas últimas donan amablemente su material fecal; las primeras aprietan, lo retienen y "se lo guardan". Y en su tiempo libre, se dedican a masticar coletas.

miércoles, 15 de julio de 2015

Aprendiendo a enseñar

He de confesaros algo y es que la enseñanza siempre me interesó; especialmente la secundaria. En mi caso, tuve grandes profesores en el instituto; personas que me sirvieron de inspiración y que me hicieron pensar en la labor tan importante de un buen profesor (ese que nos puede cambiar la vida). Es por eso que, sin tener la más mínima idea de pedagogía, me aventuré a dar clases a un chaval de 15 años y juntos, aprendimos un sinfín de cosas, en lo académico y en lo personal.

El día que nos conocimos, Ángel me miró con ojos curiosos y enseguida, me sonrió. Se trataba de un chico corpulento, una cabeza más grande que yo. De nacionalidad dominicana, llevaba un año y poco en España, cursaba 3º de ESO en el módulo de diversificación. Al principio, se mostraba tímido; más tarde, se fue "soltando"; siempre con mucho respeto y educación. Un alumno muy aplicado (mochila en mano), rápida comprensión y buena pronunciación (incluyendo el gallego).

En seis meses, Ángel y yo repasamos tanto las ciencias como las letras; desde los orgánulos celulares hasta la tilde diacrítica, pasando por los tipos de palancas y circuítos. En química, biología y lengua, me sentí como pez en el agua. En tecnología y dibujo, hubo veces que pensé "sabes más que un niño de Primaria" (y la respuesta fue no). Tuve que rememorar escuadra y cartabón, trabajar la perspectiva e investigar sobre resistencias. Hacer los deberes, supuso en ocasiones, un reto para mí.

Gracias a Ángel, descubrí lo importante de la empatía en "eso de enseñar"; me enfrenté a desafíos diversos y pude experimentar la gratificación de su triunfo. Comprobé que el esfuerzo vale la pena cuando hay trabajo y dedicación. Me sentí feliz por poner mi granito de arena, por haber tenido la oportunidad de "aprender a enseñar", por ser para él, alguien especial. Hoy recibí un correo suyo diciendo... "Eva, buenas noticias, gracias a tu ayuda pude pasar sin dejar ni una". Sus palabras inspiraron este post.

lunes, 13 de julio de 2015

Si me dejas, déjame

En lo que concierne al amor, no existen fórmulas infalibles. Las relaciones nacen, evolucionan o se estancan, duran toda la vida o perecen en el camino. Diversas son las razones que transforman en caduco algo que creíamos perenne; desde la incompatibilidad de caracteres hasta el "dejar de querer", pasando por la ausencia de proyectos comunes o circunstancias vitales complejas. Cuando una relación termina y hasta que el tiempo haga efecto, el final nunca debe permanecer abierto.

A este respecto, nunca he entendido porqué ciertas parejas encadenan rupturas y reconciliaciones en el transcurso de su vida amorosa. Creo yo que cuando esto sucede algo no va bien, ya sea en una o ambas personas. Cuando amamos de verdad, no albergamos dudas, nos da igual que las circunstancias sean adversas y queremos hacer partícipe al otro de todo lo que nos pasa. Si por el contrario, dudamos, nos rendimos a las dificultades o no permitimos al otro participar al 100% de nosotros, lo más acertado es dejarlo a tiempo, amortiguando así un más que seguro sufrimiento.

Dejar ir a alguien con quien hemos compartido un sinfín de buenos momentos no es tarea fácil; tanto para el que abandona como, sobretodo, para el que es abandonado. Esto implica reformular nuestra vida, renunciar a los planes que teníamos y empezar de nuevo; algo que siempre nos aterra, nos da miedo. Teniendo en cuenta lo doloroso de una separación y más si apreciamos a nuestra "ex-pareja", debemos ser solidarios con sus sentimientos, olvidarnos de lo que nosotros mismos necesitamos (que esa persona siga a nuestro lado) y retirarnos humildemente para que ambos podamos pasar página.

Ante una ruptura reciente, lo más sabio en mi opinión, es romper de forma radical cualquier contacto con la otra persona. Aunque se nos encoja el corazón por no tener noticias suyas, la información que podamos recibir en esta fase, ralentiza el proceso de cicatrización, fundamentalmente si aún estamos enamorados. Alimentamos falsas esperanzas y no nos permitimos avanzar, condenándonos a sufrir vanamente por alguien al que apreciamos pero no amamos. Un gran amor no se olvida de un día para otro, hace falta tiempo y sólo el tiempo, nos mostrará si ese amor que perdimos renace en forma de amistad.

P.S. "Mejor una soledad digna que un amor agresivo y desajustado a mis intereses", Walter Riso.

miércoles, 8 de julio de 2015

La importancia de llamarse Ana

Como sabéis, el nombre "Ana" proviene del hebreo y significa "benéfica, compasiva y llena de gracia". Dicen las escrituras que así se llamaba la madre de la Virgen María, o lo que es lo mismo, la madre de todas las madres. Como nombre habitual en Occidente, seguro que todos conocéis al menos alguna, sino varias "Ana". Hoy quiero compartir con vosotros los rasgos que caracterizan a las "Ana" que conozco; lo dicho, creo que, salvando excepciones, van implícitos al nombre.

Haciendo honor a la etimología de su nombre, algo que identifica a las "Ana" es su carácter maternal. Preocupadas en todo momento por sus seres queridos, son muy buenas escuchando y dando consejos. Se caracterizan por ser eminentemente racionales y tienen sólidos principios éticos y morales. No actúan a la ligera, meditan sus respuestas. Son muy trabajadoras y buenas compañeras. Prestan atención a los detalles y les gusta "hacer bien las cosas"; son curiosas, en ambos sentidos.

En lo que concierne a las relaciones personales, son solícitas con sus parejas y amigas excepcionales. Se caracterizan por "tener las ideas claras", por su fuerte carácter y por ser especialistas en "decir las verdades". Son muy sinceras, si algo les parece mal, así lo hacen saber; aunque, por supuesto, tienen sus "debilidades". Sienten la necesidad de cuidar a sus iguales, especialmente a los más "desastre", a quienes se refieren con apelativos cariñosos ("peque") e hilarantes ("cerello").

Las "Ana", además de "madres", son amigas incondicionales. Dotadas de un buen olfato para las personas, rara es la vez que se equivocan; a ellas, no es fácil engañarlas. En caso de que se les falle, asumen responsabilidades. Si se las defrauda, conceden siempre segundas oportunidades. No se andan con tonterías en lo que se refiere a las amistades, saben discernir "lo importante". Ponen la mano en el fuego por las personas a las que quieren y cuando quieren a alguien, lo hacen para siempre.

lunes, 6 de julio de 2015

A lo bueno, nos acostumbramos

Hay momentos en los que sentimos que nuestra vida nos aburre, que necesitamos un cambio, ya sea en lo que concierne al trabajo, los sitios que frecuentamos o las personas que vemos a diario. En este sentido, los científicos corroboran que "oxigenar" nuestra rutina es muy necesario de vez en cuando. No es que seamos infelices en el presente, sino que ansiamos un futuro en el que podríamos ser aún más felices. Sin embargo, lejos de obsesionarnos con el fin último, hemos de disfrutar el camino.

Recientemente y gracias a la lectura del libro "Los mitos de la felicidad" de Sonja Lyubomirsky, he descubierto que los seres humanos padecemos lo que se conoce como "adaptación hedonista", esto es, rápidamente nos acostumbramos a las cosas buenas de la vida. De esta forma, la satisfacción derivada de la consecución de un determinado logro dura sólo unos minutos/ días, dando paso nuevamente al hastío o la sensación de vacío. De ahí la importancia, de exprimir al máximo los "preparativos", dar importancia a las pequeñas cosas y al momento en el que vivimos.

Uno de los ejemplos más claros de adaptación hedonista es el de la cocina, en la que invertimos tiempo y esfuerzo en preparar un plato que desaparece en unos minutos. El bienestar que nos proporciona la ingestión del mismo es efímero, dura lo que tardamos en comérnoslo; luego pensamos "qué poco agradecido es esto". Lo mismo sucede con un viaje que llevamos tiempo preparando o cuando "conseguimos" a ese alguien que atraía nuestra atención. Consumada la tarea, la euforia inicial pronto da paso al aburrimiento. 

Lo cierto es que nuestra sociedad peca muchas veces de pragmatismo; nos obsesionamos con el objetivo, olvidándonos de valorar el camino que nos lleva a conseguirlo. Yo misma cometo este error. De nada vale, sin embargo, amargarse en un trabajo mientras no accedemos al que nos apasiona, es probable que cuando lo consigamos, nuestra visión cambie. De nada vale esmerarse en cocinar algo y no disfrutar en el proceso, pues una vez concluido, sabemos seguro que ya no nos satisface. De nada vale, "ir a saco" con alguien pues el juego de la seducción nos resulta mucho más estimulante.

miércoles, 1 de julio de 2015

Marca Galicia

Algo tienen los gallegos que despierta la simpatía de la gente allá donde van; algo tiene Galicia que la hace tan especial. Será la "retranca", su acento cantarín o los mil y un usos que hacen del "carallo". Serán los mandiles de cuadros de la abuela, los cocidos o los somieres que cierran las fincas. Serán las "fiestas de pueblo", las paparotas, la "Panorama". Será lo que sea, pero la Marca Galicia vende dentro y fuera de nuestras fronteras.

Serán los de Santiago y el gallego normativo que hablan, serán las tunas y los gaiteiros, serán los peregrinos que llegan al Obradoiro. Serán los de "La Coru", con esa cadencia típica y vocabulario; será el paseo de Riazor o la Torre de Hércules y las cometas volando. Serán los de Vigo, que "miran o ven", nunca se sabe; será la playa de Samil que a tantos atrae. Serán los de las "Rías Baixas", que sesean y usan la "gheada", será Portonovo, O Grove o las "Illas Cíes", paraíso del que tantos hablan.

Serán los de Lugo, con sus "oh" y sus "pequenos"; será la Muralla o la gastronomía que se gastan. Serán los de la Mariña, con su "acentazo"; será el marisco, será la Playa de las Catedrales. Serán los de Ourense; poniendo el artículo antes del nombre; serán las Termas (Outariz y A Chavasqueira) o los numerosos puentes. Serán los de la frontera con Portugal, conjugando al estilo lusófono; serán las cachenas, las patatas de "A Limia" o las viñas de Valdeorras.

En Galicia, por supuesto, hay elementos comunes a todas las provincias. En Galicia, hay partidas de cartas en los bares y viejetes con gorra sentados en banquetas "a raxeira". En Galicia, hay comidas copiosas y sobremesas eternas. En Galicia, hay "gotas" y chupitos de licor café o hierbas. En Galicia, hay "misa campestre" los días de fiesta. En Galicia, hay bandas de gaitas y muiñeira. En Galicia, los domingos, hay "polbo a feira". Y lo más importante, en Galicia, hay gente buena.